Blogia
dalih

Cuando nos quedamos solas (primera y segunda parte)

Cuando nos quedamos solas
Por Hilda Soto

Era el inicio de la segunda guerra mundial, mi familia y yo vivíamos en Nuremberg, pero creo que no es tan importante la localidad en que nos encontrábamos ya que en toda Alemania la guerra podía sentirse igual.
Mi padre, Adolf Kolbus, fue llamado a uniformarse. Aún no sabe qué función cumplirá en este enfrentamiento. Siento temor por él, porque en mi familia siempre hemos luchado por defender la vida, y sin lugar a dudas en esta ocasión utilizará armas.
Susanne Fürweiler, la mujer más adorable del mundo y obviamente mi mamá, se encuentra muy triste. Jamás imaginó que su esposo sería elegido para combatir, pero como ella dice, en estos tiempos de lucha el gobierno se tiene que valer de cualquier medio para no perecer.
Hitler no quiere sucumbir, no está de acuerdo en que después del fin de la primera guerra mundial se nos haya permitido tener solamente un ejército de 100 mil hombres, por eso, ahora que los cañonazos han llegado, de nueva cuenta ha enlistado a todo hombre capaz de sostener una granada en sus manos y lanzarla.
Tenemos 10 días de estar solas, sin embargo, papá apenas será enviado a combatir, lo que sucedió, según le contó el señor Heinrich Zur Linde a mamá, fue que mi padre junto con otros 45 hombres fueron llevados a Francfort para que se unieran al ejército del capitán B... en donde les enseñaron detalles sobre la temperatura y la apertura de luz en el cielo, yo no entiendo gran cosa de eso, pero el señor Kolbus seguro lo entiende, siempre le gustó el cielo y aunque tal vez ésta no sea la mejor de las circunstancias por las cuales tenga que observarlo, lo hará y lo hará bien.
El viejo Heinrich es un hombre mayor, andará pisando los 85 años. Por su edad y un achaque es que él no fue elegido para la guerra, pero coraje, disposición y entrega las tiene, si por él fuera tomaría el lugar de cualquier joven y estaría dispuesto a morir luchando, pero eso él lo lleva en la sangre, perteneció al ejército militar en su juventud.
Ha sido él quien más ánimo le ha dado a mamá, y le ha dicho que ni la Unión Soviética ni Francia ni Gran Bretaña y menos aún Estados Unidos podrán derribar a un Hitler entero y convencido de luchar hasta el final.
“Usted sabe Susanne que su esposo es un hombre que aunque nunca ha combatido, saldrá airoso y regresará para contarles a usted y a la pequeña Katherina una gran experiencia. Ya no llore, así no volverá Adolf, nada más que el fin de esta guerra lo regresará a su hogar”.
Pero ella no hace más que llorar, no lo puede evitar, y no sé porqué yo siento una gran tranquilidad, sí me da pena pensar que quizá ya no vuelva a verlo y eso me dolería de sobremanera, ese hombre ha sido para mí el más grande ejemplo de tenacidad y de vida, a mis 16 años sé lo que es salir adelante gracias a la fuerza y entereza que cualquier ser humano puede tener.
Cada noche, cuando vamos a tratar de dormir, rezamos un poco y cantamos alabanzas para pedir por los hombres que combaten, no sólo por los de nuestro país sino por todos aquellos que se enfrentan con garra y espíritu para sobrevivir y regresar al lado de las personas a las que más aman.
A los militares les enseñan a amar a su nación primero que nada y cuando ellos pelean llevan en su sangre y en su mente la idea de morir por defender su patria, sin embargo no es así con aquellos que no lo decidieron por cuenta propia.
Los días están pasando y no llegan cartas de papá, no soporto esta situación que desespera tanto a todo mundo, todo se está viniendo abajo.
Se publicó en el diario que la invasión que Alemania hizo a Polonia está derivando en grandes problemas para nuestro país, tiene ya un punto dominado, pero al parecer está dejándonos desamparados por intentar conquistar otros territorios.
Se comentó también que Hitler busca la expansión territorial y que por ello está atacando a diestra y siniestra a cualquier adversario. Esto desencanta más a los ciudadanos, pero hay quienes dicen que es una buena estrategia, y que es esto lo que nos llevará a vencer. Hay un profundo resentimiento hacia Estados Unidos, creo que se deba quizá a que pertenece a otro continente y a que se cree una raza superior, lo mismo se ha dicho de los Japoneses.
Por fin... sí, al fin hemos recibido una misiva del Señor Adolf Kolbus, mi progenitora y yo hemos decidido leerla juntas después de discutir ligeramente sobre que ella debía leerle primero y después mostrarme lo que fuera conveniente, pero yo he renegado de tal actitud y le he llorado para que me permita verla al mismo tiempo.

Carta del Señor Kolbus a su esposa e hija

No tengo demasiado tiempo para escribir, los bombardeos están a la orden del día, y mi actividad en esta tierra se ha reducido a la incertidumbre, creo firmemente en que volveré y las abrazaré con muchas ansias, este mes lejos de ustedes ha sido terrible porque las extraño demasiado, no puedo ser muy alentador pero intentaré salir de esto bien librado.
Cada día aprendo más sobre cómo debo medir la temperatura ambiental para poder asegurar que nuestros militares vuelvan al refugio sin inconvenientes, si me equivocara al dar los grados de humedad sería desastroso, y ya se acusó a uno de mis compañeros de traición; Markus falló al decir que habría 32°, se desató una gran tormenta y murieron varios de nuestros soldados que quedaron atrapados en un torbellino, Markus será ejecutado.
No les platico esto para asustarlas sino para que sepan que por ello y por verlas me esfuerzo cada día en cumplir con mi misión, existe la posibilidad de que sea exonerado pero lo manden a combatir, él lo prefiere a morir a manos de nuestra propia gente.
Las extraño y deseo con todo el corazón regresar a casa, aun cando tenga que partirme las manos para poder comprar un trozo de pan ante esta inminente crisis económica.
Sin más por el momento y porque me llaman a cumplir con mi turno, escribiré de nuevo y espero sea pronto.
Con amor: Adolf Kolbus.

0 comentarios